Tráigame la naturalidad, doña Mañana.
Junto a su amante prohibido, el Atardecer, ayúdenme a juzgar sin dañar, y a poder discernir entre tantas cosas. Ruego no olviden que con armas destructivas van matando millones de pequeños indefensos y de nuevo retumban en mis oídos los lamentos de un pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario