jueves, 27 de mayo de 2010

Un conejo Blanco.

Corre el tiempo, feroz, fugaz, como un indomable corsel que desea llegar a algún destino que no ha sido trazado, a un destino jamás planificado, y se lleva consigo momentos, emociones y ensueños, dejándonos en el desdén de que el tiempo no retrocede, sólo avanza y debemos avanzar junto a él. Corre veloz, sin temor al porvenir pues es el tiempo, y el tiempo es omnipotente, en sí, todo lo puede, puede ayudar a contribuir con la felicidad pero es temido, más bien es de respetar, es así el tiempo, ese que nos ahoga y a la vez nos dá un respiro, bendito sea el tiempo que me ayuda a olvidarte, maldito sea el tiempo que me hizo esperarte. Es ese mismo señor de traje y corbata que se burla de nosotros, los que mendigamos por un minuto, es ese mismo mendigo del que nosotros nos burlamos al dejar pasar las cosas y al olvidarnos de que la pacienca y la perseverancia pueden más que nuestro actuar atolondrado.
El tiempo corre, debemos nosotros correr junto a él.
Debemos intentar detenerlo, debemos ir al mismo ritmo y hacer que sea usual el tic-tac de un reloj marcando los segundos que perdemos de vida, vida con un valor incalculable, incalculable dentro del tiempo.-

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